Mi experiencia en la Incertidumbre.
2012, me tocó vivir una cesantía de 4 meses, 48 años
2013, me tocó vivir una cesantía de 5 meses, 50 años
Hasta esos entonces me consideraba una “mujer exitosa”, independiente económicamente, y así me trataba la gente.
Quedarme sin trabajo en ambas oportunidades y tratar de integrarme en el mundo laboral no fue fácil. Sentía que esa lección debió haberme llegado cuando era más joven, con más herramientas a mi favor. Sentí miedo. Perdí autoestima. Conocí la incertidumbre. Conocí la escasez. La sensación de haberle fallado a mis cercanos y a mí misma. Sentía que todo era muy injusto.
Durante ese tiempo me conecté muchísimo conmigo misma y con Dios. Iba a la iglesia a diario a rezar, contactaba mis redes, headunters, conseguí algunas entrevistas, pero no lograba concretar nada…
Muchas veces me rebelé, sentí que ya estaba bueno de espera y que estaba lista, sin embargo, me faltaba aprender ciertas lecciones o asimilar ciertos aprendizajes y aquí quiero detenerme.
Aprendizajes:
Hoy puedo decir que todo fue perfecto, necesario para aprender dos grandes lecciones…
- Aprende a pedir
- Aprender a recibir.
Pude comprobar que, en mis peores momentos, nunca estuve sola y que fui mantenida y contenida por mi familia y mis amigas (Amigas= Familia que una escoge).
No fue nada de fácil, me sentía avergonzada, endeudada. No estaba acostumbrada a la economía de guerra. Recuerdo un momento en que me cortaron la luz por falta de pago y les escribí un correo electrónico, basándome en una historia de la película Comer, Rezar, Amar… en que la protagonista le pide a sus amigos que para su próximo cumpleaños no le den regalos sino abonos para comprar una casa a una niñita de la zona….Yo les mencionaba esta historia y les decía que yo no provenía de una familia adinerada, que no contaba con pareja para una contención económica, por ende ellas eran mis más cercanas… Les pedía dinero que no necesitaran pronto, puesto que yo devolvería todo en cuanto pudiera, pero no sería en un corto plazo (devolví todo, en cuotas y desfasado y siempre celebramos esta situación).
Las respuestas que fui obteniendo fueron milagrosas, todas cooperaron según sus posibilidades. Me regalaban mercadería y yo lloraba, me hacían contactos para entrevistas y misma cosa… además les prometía que devolvería todo… mis amigas se encargaron de mostrarme que era al revés, por fin ellas podían devolverme la mano a ayudas que yo había entregado en el pasado, sin pensar más que en el bienestar de cada una de ellas.
Confieso que le tengo respeto a la cesantía, y a la escasez que incluye, pero a la vez siento que fue un proceso perfecto en todas sus dimensiones para aprender a pedir, a recibir, a valorar, a validarme y verme como una persona generosa que se rodea de personas sensibles, buenas en situaciones perfectas, aunque no nos demos cuenta en el momento.