En esta oportunidad copiare un texto del Libro La Undécima Revelación de James Redfield, año 2000, es una saga muy buena.  Pero lo que me encanta es que, desde ese tiempo, trata de despertarnos como humanidad, haciéndonos saber que tenemos la Chispa de Dios en nuestro Corazón y eso nos convierte en cocreadoras, en humanidad capacitada para revertir, direccionar, crear… cómo hacerlo 

  • Con consciencia 
  • Decretando  
  • Intencionado 
  • Verbalizando 
  • Expresando (escríbanlo, píntenlo, báilenlo…) 
  • Siempre en positivo y en presente. 
  • Actúa como la ley de la atracción. 

De la misma forma que lo hicimos construyendo nuestro presente, lo hicimos en el pasado, pero de manera inconsciente…la invitación es despertarte… mira este texto del año 2000. 

 

“Estaban estudiando el efecto de la oración en la gente que sufre problemas médicos, y descubrieron que los pacientes que con regularidad eran receptores de oraciones elevadas por otras personas presentaban menos complicaciones y mejoraban más pronto, aun cuando no tuvieran conciencia de que se decían oraciones por ellos. Es prueba innegable de que la fuerza de la oración es real.  

Pero también descubrieron otra cosa: que LAS ORACIONES MÁS EFICACES DE TODAS NO SE ESTRUCTURABAN COMO PEDIDOS, SINO COMO AFIRMACIONES.  

 

Prepararon el estudio con el objeto de poner a prueba dos clases de oración.  

  • El primero consistía sólo en pedir a Dios, o a lo divino, que interviniera para ayudar a una persona enferma.  
  • El otro consistía simplemente en afirmar, con fe, que Dios ayudará a la persona.  
  • Una oración que pide a Dios que intervenga da por sentado que Dios puede intervenir, pero sólo si decide acceder a nuestro pedido. Da por sentado que nosotros no desempeñamos papel alguno, salvo el de pedir.  
  • La otra forma de oración da por sentado que Dios está deseoso y bien dispuesto, pero ha establecido las leyes de la existencia humana de modo que el hecho de que el pedido se conceda depende en alguna medida de la certeza de nuestra creencia en que se cumplirá.  

 

De manera que nuestra oración debe ser una afirmación que dé expresión a esa fe.  Todas las grandes oraciones de la Biblia no son pedidos, sino afirmaciones.  

 

El Padrenuestro, que dice:  

“Hágase Tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas…”.  

No dice: “Por favor, ¿podrías darnos algo de comer?”, y no dice: “Por favor, ¿puedes perdonarnos?”. Se limita a afirmar que estas cosas ya están listas para suceder, y al suponer con fe que sucederán, hacemos que ocurran.  

Algunos científicos Sostienen que si nuestras expectativas, nuestras suposiciones de fe, son lo que hace que la oración surta efecto, entonces cada uno de nosotros irradia constantemente hacia el mundo una fuerza de energía de oración, nos demos cuenta o no.  

Si la oración es una afirmación basada en nuestras expectativas, en nuestra fe, entonces todas nuestras expectativas surten un efecto de oración. De hecho, vivimos rezando todo el tiempo para que se cumpla algún tipo de futuro para nosotros mismos y otras personas, sólo que no tenemos plena conciencia de ello.  

Ahora la ciencia comienza a confirmar las aseveraciones de los místicos más esotéricos de todas las religiones. Todos afirman que tenemos una influencia mental y espiritual sobre lo que nos ocurre en la vida. Recuerde las Escrituras, donde dice que la fe, aunque sea del tamaño de un grano de mostaza, puede mover montañas”