El miedo normal te protege, es parte de la supervivencia. El miedo a lo desconocido hace que te prepares mejor para lo que viene.
Pero si dejas que el miedo permanezca mucho tiempo contigo, te disminuye, te paraliza, te atrapa y distorsiona tu vida.
Si el miedo es constante, si siempre estas imaginando lo peor, tu cuerpo experimenta un estado permanente de estrés negativo y te prepara para luchar o huir y esto puede enfermarte.
Si analizamos el miedo, según la ley de la atracción, cuando tenemos miedo, emitimos una vibración que se sintoniza con aquello de igual frecuencia, por tanto, “el miedo a la cosa atrae la cosa”.
Debemos tener en cuenta que el miedo nos desgasta mucho, puesto que los miedos están en el futuro, energéticamente, viajas al futuro y piensas que tal si me pasa esto o aquello o si me despiden del trabajo… estas situaciones no están en el presente… sino en un futuro hipotético, imaginas o vives la situación que te asusta y vuelves abrumada al presente…
Enfrenta tus temores, pregúntate cuál es tu miedo, y en tu mente llévalo a cabo, llévalo al extremo, como si esa situación que temes estuviese pasando… qué harás… recuerda que, en momentos de crisis, surgen tus mejores estrategias y tareas, quédate con las conclusiones o soluciones que saques de este ejercicio. (ejemplo, le temes a la cesantía… imagina que te despiden, que harías… capitalizar tu finiquito, actualizar tu CV, avisar a tus redes de amigos, entrar a las redes sociales para buscar un nuevo trabajo, etc.), esto bajará tu miedo pues ya tienes un plan.
Hay otro ejercicio para que practiques en tu casa. Haz una lista de miedos, escoge uno.
Acuéstate, relájate, piensa en el miedo escogido y revisa conscientemente tu cuerpo, sientes en qué lugar se manifiesta el miedo (Se puede manifestar en una incomodidad física, como un nudo, un dolor, energía localizada)
Cuando encuentres el lugar donde se manifieste, obsérvalo, sin analizarlo, sin juzgarlo. No le pongas mente.
Dale la bienvenida a tu ser, a tu cuerpo y permite que crezca, que se exprese para ti.
Revisa si te lleva a otra emoción o si cambia de lugar en tu cuerpo.
Acércate a tu miedo, abrázalo, dale, amor y luz y permite que exista.
Pídele que te muestre su razón de estar contigo, que te muestre el mensaje o aprendizaje
Dale las gracias por el aprendizaje.
Ahora, suéltalo y entrégalo a La Fuente.
Es bueno recordar que no estamos solos, y pedir ayuda siempre es beneficioso. El miedo es natural en nosotros, y, por tanto, no es necesario culparnos ni sentirnos mal por mantenerlo en nuestra vida.